Aprender a maravillarse ante la belleza

 

Fascinados por tanto esplendor, los Goumier no tardarán en traducirlo a todos los aspectos de su Raid Goum, de modo particular en los pequeños momentos de la vida cotidiana. Precisamente durante sus jornadas, descubren la importancia de los detalles para obtener la belleza: anudar con cuidado el foulard, depositar una ramita de lavanda a los pies de un calvario, señalar amablemente una espiga en la djellaba de quien está a nuestro lado, adornar el icono de la Virgen de los Goum con las fantasías de la naturaleza, ofrecerse para decorar con gracia el altar, sonreír ¡aunque a veces no se tenga ninguna gana! ... Viviendo en la luz durante una semana, ¡se adquiere una especie de ‘instinto’ por lo bonito! «La belleza no tarda en contagiar a la vida, ¡hasta iluminarla haciendo “una obra maestra de amor dado”!»

 

Es interesante notar que lo bonito sigue un doble movimiento: si se trata de una belleza sensible –la de la creación y la artística– el movimiento de lo bonito va del exterior al interior del hombre, a través de los sentidos de la vista y del oído. Ésta entra para enriquecer su vida interior de alegría espiritual. Esta belleza es más que nunca urgente para el hombre moderno, ¡a menudo herido por un mundo caótico y feo! No se puede vivir durante largo tiempo en la fealdad. ¡Nos deformamos! Si en cambio se trata de belleza moral y espiritual, el movimiento de lo bonito pasa del interior al exterior del hombre, por una elección. Ésta traduce lo que se tiene en el corazón como actos bellos con el objetivo de hacer de la propia vida una «obra maestra de amor dado». Es lo que quieren vivir los Goumier cuando vuelven a casa. ¡La belleza acogida, se trasforma en belleza dada a personas que la esperan con ansia!